domingo, 1 de julio de 2007

Voraces

Editorial
Enviada por El Chino



- ¡Peronista!
- Más peronista serás vos.

Desde la ventana puede ver cada día la erección de la Municipalidad. Como un pene majestuoso, la torre art-decó se levanta entre los árboles amorronados de la plaza 25 de Mayo y queda flotando sobre las copas, desafiando las hilachas de hielo del atroz invierno que cae implacable y mudo. Es sábado. 18.30. El candidato eternum está adormecido en el sillón con el borrador de su próxima conferencia en el piso. Es un apunte sobre la muerte del actual gobierno y la mejor forma de abordarlo. Las últimas semanas estuvieron plagadas de pensamientos indeseables sobre la fatalidad de las elecciones y él no ha hecho otra cosa que pensar en eso. Siente cada minuto como el último para torcer la voluntad de la gente. Tiene el salvavidas puesto. Pero el capítulo II del apunte aclara sus convicciones: su próxima candidatura para las elecciones de octubre ya está decidida.


El candidato eternum se apoya en la confianza que le da su equipo de trabajo y allí reside su peor táctica. Cada uno tiene un rol definido, y todos se articulan como engranajes de un mecanismo aceitado durante años, que le ha dado a la comunidad los períodos más desafortunados y angustiantes de la política moderna. Sus alfiles se han encargado de acusar al gobierno con las calificaciones ya acostumbradas: corrupción, falta de transparencia, hipocresía, perversión, inmoralidad, deshonestidad, ineptitud, autoritarismo, desorden, incapacidad, incompetencia; materia prima abundante en el pasado.

El candidato eternum no es malo, pero ha dejado en manos de personajes lamentables el desarrollo de un sistema profesional de descalificaciones que sólo han logrado desprestigiarlo y erosionarle su carrera política.
¿Nadie le dijo al candidato eternum que el peso de la denuncia es directamente proporcional a quien la formula? Qué si Villamañe denuncia, la gente le va a creer -o no- a Villamañe, independientemente de la gravedad de la denuncia. Su verosimilitud está adherida a la marca Villamañe. Es la reputación de quien denuncia la que está en juego y, como tal, la credibilidad de la misma. Qué lastima que nadie se lo dijo al candidato eternum.


¿Cuál será la propuesta de PJ para disputar las elecciones? ¿Qué dirán las instituciones sociales sobre el pasado justicialista en el gobierno? ¿Qué dirán los vecinos que van a la Municipalidad a pagar sus impuestos? ¿Qué pensarán los que hoy critican a Vissani cuando tengan al candidato eternum sentado en el sillón de Carricart?

Tomarse en serio la encuesta de MiChaves sobre quien debe ser el candidato a intendente es como hacerle un avión a un niño y decirle que con el puede sobrevolar los árboles (los hackers partidarios son tan conocidos en el pueblo como burdos en su actuar). Sin embargo, la gente está en otra cosa: sólo los políticos asisten a un debate donde están incluidos los medios de comunicación, los políticos, sus esposas, y los allegados de sus esposas. Hay debates que sólo están en la mente de ellos, y creen que los vecinos sólo hablan de eso. Pero no es ingenuidad, en todo el territorio se da el mismo fenómeno: hay debates que sólo existen en los medios de comunicación.

EN OFF

(el chisme de la cena de Calle 11)
Dos mesas más al norte del amplio salón de Luz y Fuerza, el veterano senador fumaba aburrido y ni siquiera atinó a levantar la cabeza cuando le avisaron que Vissani se presentaba nuevamente a elecciones en octubre. Estaba resignado. Su mujer le alcanzó una copa de champán y con un ademán le suplicó que quería irse. Sus alcahuetes lo miraron sorprendidos cuando él se levantó y caminó despacio hasta el guardarropa. Media hora antes, el veterano senador no podía creer lo que escuchaba. Ante sus ojos se desperezaban descaradamente las mismas ideas que habían llevado a la ruina al partido del General. Las mismas técnicas, la misma forma de llegar a la gente, el mismo manejo impiadoso de los que no tienen voz, la misma cultura corporativa de desestabilización y la misma sensación de jugar con el olvido de los votantes. Nadie había cambiado. Y se asustó cuando se dio cuenta que era él el que había educado a esos hombres sin ideas. Y recordó el editorial del domingo: “Ni Correa ni Santillán resisten un archivo”.


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